© Iñaki Lorente Armendáriz

Las crisis

Todos las hemos tenido… y las seguiremos teniendo Las personas, a lo largo de nuestra vida, nos tenemos que enfrentar a un número indeterminado de situaciones que denominamos como “crisis”. Casi siempre aparece asociada a un suceso que la precipita. Las crisis pueden ser de distinta naturaleza, pero comparten una serie de características que hacen que las podamos denominar como tales. Lo que tienen en común es que irrumpen en la vida de la persona de una manera brusca e inesperada. Este modo de "presentarse" suele provocar, en un primer momento, un desequilibrio emocional más o menos intenso. Con el fin de empezar por algún lado, recurriremos al diccionario de la Real Academia de la Lengua en él nos dice que se trata de un cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación, o en la manera en que estos son apreciados. Ya se atisban palabras de mucha relevancia: cambio profundo, consecuencias importantes… Con otra vuelta de tuerca podemos afinar un poco más. Así, la crisis sería definida como un estado de trastorno temporal que se caracteriza por una gran desorganización mental. Se aprecia, entonces, gran dificultad para enfrentar la situación que la está provocando, así como un sentimiento personal de vulnerabilidad. Además, se constata una dificultad para ser operativo a la hora de canalizar las emociones, enfocar el pensamiento y realizar conductas orientadas a resolver el problema. ¡No te asustes!, querido/a lector/a. No voy a continuar por esos derroteros, pero quería aprovechar la ocasión de subrayar otras palabras importantes como son: temporal, vulnerabilidad y la dificultad para ser operativo. Me quedaría otra idea más para “rematar” la definición. Tiene que ver con la posibilidad que brinda a quien se enfrenta a ella de salir airoso y fortalecido como persona. ¿Por qué la misma situación afecta a cada uno de forma diferente? Son muchos los factores que influyen en la forma en que la persona “lee” lo que le está sucediendo. Puede que el evento que desencadena la crisis conecte de alguna manera con experiencias anteriores vividas o con temores profun-dos de la persona. También quizás, le hace consciente de su propia vulnerabilidad o consigue que se imagine su futuro de una forma inquietante (si no, catastrófica), etc. Esa podría ser la respuesta a la pregunta de por qué el mismo hecho genera un abanico tan grande de comportamientos diferentes dependiendo de la persona. Según la mayoría de autores que escriben sobre eso, la forma en que se reaccione ante una situación dependerá de: Cómo la perciba. Cómo interprete lo que está ocurriendo. Cómo afronte la situación. Qué significado le otorgue en el contexto de su vida. ¿Es posible entender el momento del diagnóstico de diabetes como una crisis? La respuesta es sí. Si comento que a muchas personas le pasan cosas similares durante el diagnóstico, no es por quitarle hierro al asunto. Soy consciente de que el dolor, la angustia, la pena… en esos momentos es intenso, muy real y particular. Intento transmitirte que no estás perdiendo la cabeza, que eso que te ocurre es lógico y está dentro de lo esperable. Pero, como se ha dicho, no todos reaccionamos de la misma manera ante una situación crítica. En la medida en que todos somos distintos, con nuestro propio bagaje personal (experiencias, aptitudes, actitudes, soporte social, etc.), la misma situación puede impactar de muy distintas maneras. Por lo mismo, la forma de afrontarla variará según cada persona. Alejandro Rocamora lo expresa muy bien cuando escribe que “Lo que produce la crisis no es el conflicto sino la respuesta que el sujeto aporta. Es decir, el problema no es el problema sino cómo respondemos ante él”. Esa es la tarea: Buscar la mejor manera de que el diagnóstico, con lo que supone de disgusto, no se convierta en una experiencia traumática. A pesar de la consciencia de que la vida ha dado un giro brusco y se tiene la certeza de que ya nada volverá a ser como an-tes, no tiene porqué ser peor. ¿Cómo puedo saber si lo que me está pasando puede entenderse como una crisis? Un psicoterapeuta llamado Howard Halpern se dedicó a describir las señales que advierten que una persona está en crisis y las agrupó en estas diez áreas: 1. Sentimiento de cansancio y agotamiento. 2. Sentimiento de desamparo. 3. Sentimiento de inadecuación. 4. Sentimiento de confusión. 5. Síntomas físicos. 6. Sentimiento de ansiedad. 7. Desorganización del funcionamiento en las relaciones laborales. 8. Desorganización del funcionamiento en las relaciones familiares. 9. Desorganización del funcionamiento en las relaciones sociales. 10. Desorganización en las actividades sociales.

Salir de la crisis del diagnóstico.

Aunque me gustaría decirte que “todo irá bien”, honestamente no puedo hacerlo. El que vaya bien o mal depende de muchos factores, algunos están en tus manos y otros no. Sé que te ayudaría que alguien te dijera que en breve encontrarán la cura a la diabetes. Sin duda eso atenuaría la angustia que pudieras estar sintiendo. Pero lo cierto es que a día de hoy no existe y nadie tiene una bola de cristal para adivinar cómo se desarrollará el futuro. Dicho esto, sí quisiera transmitirte que, aunque la diabetes no se espera que se acabe, el disgusto intenso que te genera, es muy probable que sí termine cuando puedas encajar lo que te ocurre y reorganizar tu vida. Piensa que millones y millones de personas antes que tú, hemos logrado conciliar la diabetes con el resto de nuestra vida.

Para saber más del tema

Hay algunos libros de lectura fácil que quizás puedan ayudarte a profundizar en el tema de las crisis. Te pongo un par de ellos. No porque sean mejores que otros, sino porque creo que podrían darte pistas sobre cómo seguir adelante. Pero si dispones de otros (o te los han recomendado) seguro que serán clarificadores. González de Rivera, J. L. (2006). Crisis emocionales. Cómo salir airosos y reforzados de nuestras crisis. Madrid: Espasa. Rocamora, A. (2000). Un enfermo en la familia. Claves para la intervención psicológica. Madrid: San Pablo.
© Iñaki Lorente Armendáriz

Las crisis

Todos las hemos tenido… y las seguiremos teniendo Las personas, a lo largo de nuestra vida, nos tenemos que enfrentar a un número indeterminado de situaciones que denominamos como “crisis”. Casi siempre aparece asociada a un suceso que la precipita. Las crisis pueden ser de distinta naturaleza, pero comparten una serie de características que hacen que las podamos denominar como tales. Lo que tienen en común es que irrumpen en la vida de la persona de una manera brusca e inesperada. Este modo de "presentarse" suele provocar, en un primer momento, un desequilibrio emocional más o menos intenso. Con el fin de empezar por algún lado, recurriremos al diccionario de la Real Academia de la Lengua en él nos dice que se trata de un cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación, o en la manera en que estos son apreciados. Ya se atisban palabras de mucha relevancia: cambio profundo, consecuencias importantes… Con otra vuelta de tuerca podemos afinar un poco más. Así, la crisis sería definida como un estado de trastorno temporal que se caracteriza por una gran desorganización mental. Se aprecia, entonces, gran dificultad para enfrentar la situación que la está provocando, así como un sentimiento personal de vulnerabilidad. Además, se constata una dificultad para ser operativo a la hora de canalizar las emociones, enfocar el pensamiento y realizar conductas orientadas a resolver el problema. ¡No te asustes!, querido/a lector/a. No voy a continuar por esos derroteros, pero quería aprovechar la ocasión de subrayar otras palabras importantes como son: temporal, vulnerabilidad y la dificultad para ser operativo. Me quedaría otra idea más para “rematar” la definición. Tiene que ver con la posibilidad que brinda a quien se enfrenta a ella de salir airoso y fortalecido como persona. ¿Por qué la misma situación afecta a cada uno de forma diferente? Son muchos los factores que influyen en la forma en que la persona “lee” lo que le está sucediendo. Puede que el evento que desencadena la crisis conecte de alguna manera con experiencias anteriores vividas o con temores profun- dos de la persona. También quizás, le hace consciente de su propia vulnerabilidad o consigue que se imagine su futuro de una forma inquietante (si no, catastrófica), etc. Esa podría ser la respuesta a la pregunta de por qué el mismo hecho genera un abanico tan grande de comportamientos diferentes dependiendo de la persona. Según la mayoría de autores que escriben sobre eso, la forma en que se reaccione ante una situación dependerá de: Cómo la perciba. Cómo interprete lo que está ocurriendo. Cómo afronte la situación. Qué significado le otorgue en el contexto de su vida. ¿Es posible entender el momento del diagnóstico de diabetes como una crisis? La respuesta es sí. Si comento que a muchas personas le pasan cosas similares durante el diagnóstico, no es por quitarle hierro al asunto. Soy consciente de que el dolor, la angustia, la pena… en esos momentos es intenso, muy real y particular. Intento transmitirte que no estás perdiendo la cabeza, que eso que te ocurre es lógico y está dentro de lo esperable. Pero, como se ha dicho, no todos reaccionamos de la misma manera ante una situación crítica. En la medida en que todos somos distintos, con nuestro propio bagaje personal (experiencias, aptitudes, actitudes, soporte social, etc.), la misma situación puede impactar de muy distintas maneras. Por lo mismo, la forma de afrontarla variará según cada persona. Alejandro Rocamora lo expresa muy bien cuando escribe que “Lo que produce la crisis no es el conflicto sino la respuesta que el sujeto aporta. Es decir, el problema no es el problema sino cómo respondemos ante él”. Esa es la tarea: Buscar la mejor manera de que el diagnóstico, con lo que supone de disgusto, no se convierta en una experiencia traumática. A pesar de la consciencia de que la vida ha dado un giro brusco y se tiene la certeza de que ya nada volverá a ser como an-tes, no tiene porqué ser peor. ¿Cómo puedo saber si lo que me está pasando puede entenderse como una crisis? Un psicoterapeuta llamado Howard Halpern se dedicó a describir las señales que advierten que una persona está en crisis y las agrupó en estas diez áreas: 1. Sentimiento de cansancio y agotamiento. 2. Sentimiento de desamparo. 3. Sentimiento de inadecuación. 4. Sentimiento de confusión. 5. Síntomas físicos. 6. Sentimiento de ansiedad. 7. Desorganización del funcionamiento en las relaciones laborales. 8. Desorganización del funcionamiento en las relaciones familiares. 9. Desorganización del funcionamiento en las relaciones sociales. 10. Desorganización en las actividades sociales.

Salir de la crisis del diagnóstico.

Aunque me gustaría decirte que “todo irá bien”, honestamente no puedo hacerlo. El que vaya bien o mal depende de muchos factores, algunos están en tus manos y otros no. Sé que te ayudaría que alguien te dijera que en breve encontrarán la cura a la diabetes. Sin duda eso atenuaría la angustia que pudieras estar sintiendo. Pero lo cierto es que a día de hoy no existe y nadie tiene una bola de cristal para adivinar cómo se desarrollará el futuro. Dicho esto, sí quisiera transmitirte que, aunque la diabetes no se espera que se acabe, el disgusto intenso que te genera, es muy probable que sí termine cuando puedas encajar lo que te ocurre y reorganizar tu vida. Piensa que millones y millones de personas antes que tú, hemos logrado conciliar la diabetes con el resto de nuestra vida.

Para saber más del tema

Hay algunos libros de lectura fácil que quizás puedan ayudarte a profundizar en el tema de las crisis. Te pongo un par de ellos. No porque sean mejores que otros, sino porque creo que podrían darte pistas sobre cómo seguir adelante. Pero si dispones de otros (o te los han recomendado) seguro que serán clarificadores. González de Rivera, J. L. (2006). Crisis emocionales. Cómo salir airosos y reforzados de nuestras crisis. Madrid: Espasa. Rocamora, A. (2000). Un enfermo en la familia. Claves para la intervención psicológica. Madrid: San Pablo.
© Iñaki Lorente Armendáriz

Las crisis

Todos las hemos tenido… y las seguiremos teniendo Las personas, a lo largo de nuestra vida, nos tenemos que enfrentar a un número indeterminado de situaciones que denominamos como “crisis”. Casi siempre aparece asociada a un suceso que la precipita. Las crisis pueden ser de distinta naturaleza, pero comparten una serie de características que hacen que las podamos denominar como tales. Lo que tienen en común es que irrumpen en la vida de la persona de una manera brusca e inesperada. Este modo de "presentarse" suele provocar, en un primer momento, un desequilibrio emocional más o menos intenso. Con el fin de empezar por algún lado, recurriremos al diccionario de la Real Academia de la Lengua en él nos dice que se trata de un cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación, o en la manera en que estos son apreciados. Ya se atisban palabras de mucha relevancia: cambio profundo, consecuencias importantes… Con otra vuelta de tuerca podemos afinar un poco más. Así, la crisis sería definida como un estado de trastorno temporal que se caracteriza por una gran desorganización mental. Se aprecia, entonces, gran dificultad para enfrentar la situación que la está provocando, así como un sentimiento personal de vulnerabilidad. Además, se constata una dificultad para ser operativo a la hora de canalizar las emociones, enfocar el pensamiento y realizar conductas orientadas a resolver el problema. ¡No te asustes!, querido/a lector/a. No voy a continuar por esos derroteros, pero quería aprovechar la ocasión de subrayar otras palabras importantes como son: temporal, vulnerabilidad y la dificultad para ser operativo. Me quedaría otra idea más para “rematar” la definición. Tiene que ver con la posibilidad que brinda a quien se enfrenta a ella de salir airoso y fortalecido como persona. ¿Por qué la misma situación afecta a cada uno de forma diferente? Son muchos los factores que influyen en la forma en que la persona “lee” lo que le está sucediendo. Puede que el evento que desencadena la crisis conecte de alguna manera con experiencias anteriores vividas o con temores profun-dos de la persona. También quizás, le hace consciente de su propia vulnerabilidad o consigue que se imagine su futuro de una forma inquietante (si no, catastrófica), etc. Esa podría ser la respuesta a la pregunta de por qué el mismo hecho genera un abanico tan grande de comportamientos diferentes dependiendo de la persona. Según la mayoría de autores que escriben sobre eso, la forma en que se reaccione ante una situación dependerá de: Cómo la perciba. Cómo interprete lo que está ocurriendo. Cómo afronte la situación. Qué significado le otorgue en el contexto de su vida. ¿Es posible entender el momento del diagnóstico de diabetes como una crisis? La respuesta es sí. Si comento que a muchas personas le pasan cosas similares durante el diagnóstico, no es por quitarle hierro al asunto. Soy consciente de que el dolor, la angustia, la pena… en esos momentos es intenso, muy real y particular. Intento transmitirte que no estás perdiendo la cabeza, que eso que te ocurre es lógico y está dentro de lo esperable. Pero, como se ha dicho, no todos reaccionamos de la misma manera ante una situación crítica. En la medida en que todos somos distintos, con nuestro propio bagaje personal (experiencias, aptitudes, actitudes, soporte social, etc.), la misma situación puede impactar de muy distintas maneras. Por lo mismo, la forma de afrontarla variará según cada persona. Alejandro Rocamora lo expresa muy bien cuando escribe que “Lo que produce la crisis no es el conflicto sino la respuesta que el sujeto aporta. Es decir, el problema no es el problema sino cómo respondemos ante él”. Esa es la tarea: Buscar la mejor manera de que el diagnóstico, con lo que supone de disgusto, no se convierta en una experiencia traumática. A pesar de la consciencia de que la vida ha dado un giro brusco y se tiene la certeza de que ya nada volverá a ser como an- tes, no tiene porqué ser peor. ¿Cómo puedo saber si lo que me está pasando puede entenderse como una crisis? Un psicoterapeuta llamado Howard Halpern se dedicó a describir las señales que advierten que una persona está en crisis y las agrupó en estas diez áreas: 1. Sentimiento de cansancio y agotamiento. 2. Sentimiento de desamparo. 3. Sentimiento de inadecuación. 4. Sentimiento de confusión. 5. Síntomas físicos. 6. Sentimiento de ansiedad. 7. Desorganización del funcionamiento en las relaciones laborales. 8. Desorganización del funcionamiento en las relaciones familiares. 9. Desorganización del funcionamiento en las relaciones sociales. 10. Desorganización en las actividades sociales.

Salir de la crisis del diagnóstico.

Aunque me gustaría decirte que “todo irá bien”, honestamente no puedo hacerlo. El que vaya bien o mal depende de muchos factores, algunos están en tus manos y otros no. Sé que te ayudaría que alguien te dijera que en breve encontrarán la cura a la diabetes. Sin duda eso atenuaría la angustia que pudieras estar sintiendo. Pero lo cierto es que a día de hoy no existe y nadie tiene una bola de cristal para adivinar cómo se desarrollará el futuro. Dicho esto, sí quisiera transmitirte que, aunque la diabetes no se espera que se acabe, el disgusto intenso que te genera, es muy probable que sí termine cuando puedas encajar lo que te ocurre y reorganizar tu vida. Piensa que millones y millones de personas antes que tú, hemos logrado conciliar la diabetes con el resto de nuestra vida.

Para saber más del tema

Hay algunos libros de lectura fácil que quizás puedan ayudarte a profundizar en el tema de las crisis. Te pongo un par de ellos. No porque sean mejores que otros, sino porque creo que podrían darte pistas sobre cómo seguir adelante. Pero si dispones de otros (o te los han recomendado) seguro que serán clarificadores. González de Rivera, J. L. (2006). Crisis emocionales. Cómo salir airosos y reforzados de nuestras crisis. Madrid: Espasa. Rocamora, A. (2000). Un enfermo en la familia. Claves para la intervención psicológica. Madrid: San Pablo.