© Iñaki Lorente Armendáriz

El Síndrome de Damocles

Introducción

Se dice que Damocles era un súbdito de Dioniso II al que envidiaba. Cuando el rey griego se percató de ello le accedió a que, durante una cena, ocupara su lugar y los privilegios que ello conllevaba. Así Damocles ocupó el lugar de Dioniso en el banquete. Pero, cuando miró hacia arriba comprobó que una afilada espada pendía del techo sujetada exclusivamente por un pelo de caballo. Desde ese momento Damocles fue incapaz de disfrutar de la cena. Este relato nos habla de la dificultad que tenemos para saborear la vida cuando algo nos amenaza.

Definición

Se habla del síndrome de Damocles para referirse a un estado de ansiedad que presentan algunos pacientes después de haber superado determinada enfermedad ante la posibilidad de una recaída. Se refiere a un miedo desmesurado ya que no se corresponde con el riesgo real. Un temor que le atenaza, aunque sea poco realista. En la bibliografía aparece este fenómeno referido a algunas personas que han superado un cáncer.

¿Se observa este fenómeno en personas con diabetes?

Ciertamente, no es lo mismo. La diabetes no se supera como algunos cánceres. Sin embargo, la reacción emocional de estar bajo la Espada de Damocles, sería equiparable al sentimiento que muestran algunos ante la posibilidad de desarrollar complicaciones tales como retinopatías, nefropatías, etc. como consecuencia de años conviviendo con la diabetes. En este sentido, algunas personas con diabetes también desarrollan una preocupación desmesurada a sufrir complicaciones aunque no haya ningún dato objetivo que lo justifique.

¿Qué características tiene?

- El temor irracional (no ajustado al peligro real) es muy intenso. Y puede convertirse en un trastorno psicológico muy limitante. - Conforme se acerca el momento de las revisiones periódicas, el temor se acrecienta ante la posibilidad de recibir la noticia de haber desarrollado algún tipo de complicación micro o macrovascular. - Es producto de la incertidumbre, del temor a lo no conocido. Eso hace que, ante signos indeterminados, automáticamente le invada la inquietud de haber desarrollado la complicación. Por ejemplo, el tener una infección de orina puede hacer saltar la alarma de estar sufriendo un problema renal irreversible. O, ante el hecho de tener la visión un tanto borrosa, automáticamente sospecha tener problemas en la mácula. - Se trata de pensamientos intrusivos (aparecen en cualquier momento y situación). Además, a la persona le resulta muy difícil apartarlos de la mente. - Otra consecuencia es que se dejen de hacer determinadas actividades sin que exista un motivo real que lo justifique a no ser el del propio temor.

Algunas recomendaciones

Si te identificas con esa situación quizás te convenga reflexionar sobre los siguientes aspectos. Como te puedes imaginar, es difícil que nadie pueda asegurarte de que tu temor sea completamente infundado y que estés completamente a salvo de las complicaciones. Tienes diabetes y eso conlleva esa posibilidad. Una buena idea es escuchar (y creerse) la valoración médica. Para prevenir la aparición de un temor más intenso del que corresponde, conviene fiarse de los comentarios del equipo sanitario de referencia, ya Cuestionártelos de manera racional preguntándote: ¿Qué datos objetivos (informes médicos) avalan esa idea? En el momento que se detecte que ese pensamiento intruso ocupa la mente, dedicarse a atender a cualquier otra cosa que no provoque emociones. Algunas sugerencias pueden ser, ocupar la mente con otra actividad mental (por ejemplo, hacer crucigramas, cantar mentalmente…); dedicar la atención a observar lo que ocurre alrededor (contar los coches de color rojo con los que se cruza, contar los pasos que se van dando…); realizar alguna actividad física (salir a correr, limpiar…) La idea de este ejercicio es la de neutralizar las emociones intensas y negativas que le invaden. Por último, recuerda. Si sientes que no puedes controlar ese temor, que te resulta difícil concentrarte y que te limita en tus actividades cotidianas, quizás sea el momento de pedir ayuda profesional.
© Iñaki Lorente Armendáriz

El Síndrome de Damocles

Introducción

Se dice que Damocles era un súbdito de Dioniso II al que envidiaba. Cuando el rey griego se percató de ello le accedió a que, durante una cena, ocupara su lugar y los privilegios que ello conllevaba. Así Damocles ocupó el lugar de Dioniso en el banquete. Pero, cuando miró hacia arriba comprobó que una afilada espada pendía del techo sujetada exclusivamente por un pelo de caballo. Desde ese momento Damocles fue incapaz de disfrutar de la cena. Este relato nos habla de la dificultad que tenemos para saborear la vida cuando algo nos amenaza.

Definición

Se habla del síndrome de Damocles para referirse a un estado de ansiedad que presentan algunos pacientes después de haber superado determinada enfermedad ante la posibilidad de una recaída. Se refiere a un miedo desmesurado ya que no se corresponde con el riesgo real. Un temor que le atenaza, aunque sea poco realista. En la bibliografía aparece este fenómeno referido a algunas personas que han superado un cáncer.

¿Se observa este fenómeno en personas con diabetes?

Ciertamente, no es lo mismo. La diabetes no se supera como algunos cánceres. Sin embargo, la reacción emocional de estar bajo la Espada de Damocles, sería equiparable al sentimiento que muestran algunos ante la posibilidad de desarrollar complicaciones tales como retinopatías, nefropatías, etc. como consecuencia de años conviviendo con la diabetes. En este sentido, algunas personas con diabetes también desarrollan una preocupación desmesurada a sufrir complicaciones aunque no haya ningún dato objetivo que lo justifique.

¿Qué características tiene?

- El temor irracional (no ajustado al peligro real) es muy intenso. Y puede convertirse en un trastorno psicológico muy limitante. - Conforme se acerca el momento de las revisiones periódicas, el temor se acrecienta ante la posibilidad de recibir la noticia de haber desarrollado algún tipo de complicación micro o macrovascular. - Es producto de la incertidumbre, del temor a lo no conocido. Eso hace que, ante signos indeterminados, automáticamente le invada la inquietud de haber desarrollado la complicación. Por ejemplo, el tener una infección de orina puede hacer saltar la alarma de estar sufriendo un problema renal irreversible. O, ante el hecho de tener la visión un tanto borrosa, automáticamente sospecha tener problemas en la mácula. - Se trata de pensamientos intrusivos (aparecen en cualquier momento y situación). Además, a la persona le resulta muy difícil apartarlos de la mente. - Otra consecuencia es que se dejen de hacer determinadas actividades sin que exista un motivo real que lo justifique a no ser el del propio temor.

Algunas recomendaciones

Si te identificas con esa situación quizás te convenga reflexionar sobre los siguientes aspectos. Como te puedes imaginar, es difícil que nadie pueda asegurarte de que tu temor sea completamente infundado y que estés completamente a salvo de las complicaciones. Tienes diabetes y eso conlleva esa posibilidad. Una buena idea es escuchar (y creerse) la valoración médica. Para prevenir la aparición de un temor más intenso del que corresponde, conviene fiarse de los comentarios del equipo sanitario de referencia, ya Cuestionártelos de manera racional preguntándote: ¿Qué datos objetivos (informes médicos) avalan esa idea? En el momento que se detecte que ese pensamiento intruso ocupa la mente, dedicarse a atender a cualquier otra cosa que no provoque emociones. Algunas sugerencias pueden ser, ocupar la mente con otra actividad mental (por ejemplo, hacer crucigramas, cantar mentalmente…); dedicar la atención a observar lo que ocurre alrededor (contar los coches de color rojo con los que se cruza, contar los pasos que se van dando…); realizar alguna actividad física (salir a correr, limpiar…) La idea de este ejercicio es la de neutralizar las emociones intensas y negativas que le invaden. Por último, recuerda. Si sientes que no puedes controlar ese temor, que te resulta difícil concentrarte y que te limita en tus actividades cotidianas, quizás sea el momento de pedir ayuda profesional.
© Iñaki Lorente Armendáriz

El

Síndrome

de

Damocles

Introducción

Se dice que Damocles era un súbdito de Dioniso II al que envidiaba. Cuando el rey griego se percató de ello le accedió a que, durante una cena, ocupara su lugar y los privilegios que ello conllevaba. Así Damocles ocupó el lugar de Dioniso en el banquete. Pero, cuando miró hacia arriba comprobó que una afilada espada pendía del techo sujetada exclusivamente por un pelo de caballo. Desde ese momento Damocles fue incapaz de disfrutar de la cena. Este relato nos habla de la dificultad que tenemos para saborear la vida cuando algo nos amenaza.

Definición

Se habla del síndrome de Damocles para referirse a un estado de ansiedad que presentan algunos pacientes después de haber superado determinada enfermedad ante la posibilidad de una recaída. Se refiere a un miedo desmesurado ya que no se corresponde con el riesgo real. Un temor que le atenaza, aunque sea poco realista. En la bibliografía aparece este fenómeno referido a algunas personas que han superado un cáncer.

¿Se observa este fenómeno en

personas con diabetes?

Ciertamente, no es lo mismo. La diabetes no se supera como algunos cánceres. Sin embargo, la reacción emocional de estar bajo la Espada de Damocles, sería equiparable al sentimiento que muestran algunos ante la posibilidad de desarrollar complicaciones tales como retinopatías, nefropatías, etc. como consecuencia de años conviviendo con la diabetes. En este sentido, algunas personas con diabetes también desarrollan una preocupación desmesurada a sufrir complicaciones aunque no haya ningún dato objetivo que lo justifique.

¿Qué características tiene?

- El temor irracional (no ajustado al peligro real) es muy intenso. Y puede convertirse en un trastorno psicológico muy limitante. - Conforme se acerca el momento de las revisiones periódicas, el temor se acrecienta ante la posibilidad de recibir la noticia de haber desarrollado algún tipo de complicación micro o macrovascular. - Es producto de la incertidumbre, del temor a lo no conocido. Eso hace que, ante signos indeterminados, automáticamente le invada la inquietud de haber desarrollado la complicación. Por ejemplo, el tener una infección de orina puede hacer saltar la alarma de estar sufriendo un problema renal irreversible. O, ante el hecho de tener la visión un tanto borrosa, automáticamente sospecha tener problemas en la mácula. - Se trata de pensamientos intrusivos (aparecen en cualquier momento y situación). Además, a la persona le resulta muy difícil apartarlos de la mente. - Otra consecuencia es que se dejen de hacer determinadas actividades sin que exista un motivo real que lo justifique a no ser el del propio temor.

Algunas recomendaciones

Si te identificas con esa situación quizás te convenga reflexionar sobre los siguientes aspectos. Como te puedes imaginar, es difícil que nadie pueda asegurarte de que tu temor sea completamente infundado y que estés completamente a salvo de las complicaciones. Tienes diabetes y eso conlleva esa posibilidad. Una buena idea es escuchar (y creerse) la valoración médica. Para prevenir la aparición de un temor más intenso del que corresponde, conviene fiarse de los comentarios del equipo sanitario de referencia, ya Cuestionártelos de manera racional preguntándote: ¿Qué datos objetivos (informes médicos) avalan esa idea? En el momento que se detecte que ese pensamiento intruso ocupa la mente, dedicarse a atender a cualquier otra cosa que no provoque emociones. Algunas sugerencias pueden ser, ocupar la mente con otra actividad mental (por ejemplo, hacer crucigramas, cantar mentalmente…); dedicar la atención a observar lo que ocurre alrededor (contar los coches de color rojo con los que se cruza, contar los pasos que se van dando…); realizar alguna actividad física (salir a correr, limpiar…) La idea de este ejercicio es la de neutralizar las emociones intensas y negativas que le invaden. Por último, recuerda. Si sientes que no puedes controlar ese temor, que te resulta difícil concentrarte y que te limita en tus actividades cotidianas, quizás sea el momento de pedir ayuda profesional.